«Bolpebra» está hecha de contrastes que oscilan entre el humor y la pregunta, una pregunta quizá un poco nostálgica, entre el rostro singular y la evocación de patria, la narración humana y la plaza vacía, el hogar y el gesto migrante, la selva atravesada por fronteras imaginadas y reales y la selva, sin borde alguno, hace llover, trae la tormenta vasta, gris y húmeda. Todo esto acontece atendiendo a la luz, el agua y la voz.