Un territorio tomado: memorias y re-existencias de las mujeres de Tumupasa

Elizabeth López Canelas 1
Septiembre 2024
Nos interesa entonces visibilizar la historia desde los fragmentos (pedazos o partes) que quedan en la memoria de las mujeres y evidencian las muchas historias paralelas a la historia oficial. En ese marco y siguiendo a Rita Segato, afirmamos que no se trata solamente de insertar el tema de género en las agendas de discusión sobre la colonialidad y sus efectos, sino de discutir las violencias de dicha colonialidad con raíces patriarcales y racistas como constitutivas de la dominación, sobre los cuerpos de mujeres y sobre cuerpos feminizados, en este caso los territorios (Segato, 2011). Dominación que se consolida a través del control y la explotación que sigue la estructura binaria de pensamiento que polariza entre lo masculino / femenino siendo la segunda categoría infravalorada (Carvajal, 2016).
Resumen

Las políticas del gobierno boliviano hacia la Amazonía se concretan en expansión de la frontera extractiva minera, ganadera, industrial, energética e hidrocarburífera, junto a ello, se incentiva de manera directa nuevas zonas de asentamientos humanos. Esta acelerada marcha al oriente no es reciente, pero de manera particular son los últimos 10 años que se ejerce mayor presión sobre la región y de manera específica sobre el Norte de La Paz, donde viven varios pueblos indígenas, entre ellos los Tacana. El presente texto, narra cómo las mujeres de la Nación Tacana enfrentan la larga toma de su territorio a través de una serie de mecanismos de reexistencia organizada, en un relato basado en la memoria fragmentada de las mismas a lo largo de 60 años.

Palabras Clave: Mujeres indígenas, Amazonía, Reexistencia, memoria fragmentada.

Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo. Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados. – ¿Estás seguro? Asentí. –Entonces –dijo recogiendo las agujas– tendremos que vivir en este lado.

Julio Cortázar
La casa tomada

Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo. Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados. – ¿Estás seguro? Asentí. –Entonces –dijo recogiendo las agujas– tendremos que vivir en este lado.

Julio Cortázar
La casa tomada

En más de una oportunidad, leer el cuento «La casa tomada» de Julio Cortázar me ha llevado a pensar en lo que ha significado y significa el proceso de despojo que los pueblos indígenas y, de manera particular, las mujeres indígenas han enfrentado. El cuento es breve y concreto, pero refleja con bastante precisión lo que la toma —despojo— de un espacio supone para sus habitantes originales. Ante la presencia de un ente extraño, pero con poder, las personas solo se retiran del espacio tomado, añoran lo dejado, pero aprenden a vivir sin ese espacio y se acomodan con temor en los reductos a los que son orilladas, hasta que los usurpadores —sin rostro— avanzan y de un momento a otro se adueñan de todo. Entonces a las familias no les queda otra que irse, que dejar todo, irse con lo puesto, sabiendo que ya nada pueden hacer. Dejan el territorio y aprenden a vivir en y desde los márgenes.

En este texto quiero narrar esa toma del territorio desde los relatos de mujeres del pueblo Tacana, que viven en parte de la Amazonía del norte de La Paz, en la población de Tumupasa, Municipio de San Buenaventura. En ese sentido, el texto se centra en evidenciar sus palabras y realizar pequeñas reflexiones complementarias sobre las mismas, para ello, se han retomado una serie de entrevistas y diálogos2, con un grupo amplio de mujeres cuyas edades oscilan entre 50 y 60 años, las que nos han permitido reconstruir un pedazo de la historia del pueblo Tacana, desde la mirada de estas mujeres y de lo que denominamos como las “memorias fragmentadas y situadas”.

“A lo largo de los relatos, podremos observar cómo la toma del territorio ha generado —y sigue generando— una serie de cambios que han roto las lógicas de interdependencia y cuidado entre la comunidad y en su relación con el entorno. “

Finalmente, nos interesa mostrar, las formas de reexistencia en un territorio tomado, lo que en esencia se traduce en nuevas formas de habitar el territorio, desde una serie de apuestas concretas.

La Amazonía Norte, es una de las regiones con mayor diversidad de aves del mundo, con más de 1.100 especies de las 9.000 existentes en el planeta (Salinas, 2020). Además de especies endémicas, la región tiene una gran variedad de árboles y uno de los ecosistemas con mayor cantidad de bosques tropicales del mundo y áreas de conservación, como el corredor de conservación Amboró-Madidi y el corredor Madidi-Pilón Lajas-Cotapata. Junto a ello, existen importantes recursos acuíferos.  

La gran biodiversidad y la exuberancia del bosque han sido la razón para que se la considere como una fuente de recursos inagotable, un espacio «vacío, inexplorado y desconocido» (Gozálvez, 2018); es decir, un territorio sin población o con pobladores sujetos a ser «civilizados», mirada heredada de la colonia y perpetuada hasta la actualidad.

La lenta toma del territorio

Los registros históricos señalan que fueron las misiones franciscanas las que iniciaron procesos de adoctrinamiento en la región3. En 1713 se fundó la misión de Tumupasa y en 1721 las misiones de Ixiamas y San José de Uchupiamonas (Gozálvez, 2018; Fundación TIERRA, 2021). Las misiones católicas tomaron el territorio y establecieron el nuevo ordenamiento territorial, que años más tarde terminó por consolidar la división político-administrativa que conocemos hoy en día.

Desde entonces se realizaron numerosas incursiones que conllevaron al establecimiento de diversos asentamientos urbanos, con el propósito de explotar los “infinitos” recursos de la selva. Estas actividades alcanzaron su apogeo hacia 1832 con la explotación de la quina y, unos años más tarde, con la extracción de la goma (1870-1910) (Gozálvez, 2014).

“Bajo el mismo patrón extractivista, a principios del siglo XX (1907 y 1910) el Estado boliviano promovió la colonización de estas regiones a través de la dotación (toma) de tierras en las poblaciones de Ixiamas y Tumupasa.”

Este proceso fue retomado e impulsado luego de 19524, con el argumento de consolidar la integración y desarrollo nacional. Posteriormente, en la década de los 70, la Corporación de Desarrollo del Departamento de La Paz (CORDEPAZ) presentó el plan de «Marcha hacia el Norte» con la finalidad de generar un proceso de integración y desarrollo del Norte de La Paz (Perrier, 2014). La propuesta de CORDEPAZ tenía como base tres estrategias de desarrollo: 1) Creación de un polo de desarrollo regional en torno a una industria azucarera ubicada en el municipio de San Buenaventura. 2) Construcción de una represa hidroeléctrica en la región de El Bala, en el Beni, río arriba de San Buenaventura (inundando más de 200 mil hectáreas de selva natural). Y 3) La exploración y explotación de recursos hidrocarburíferos en la zona.

Si bien ninguno de los proyectos se consolidó, se inició con la construcción de tramos viales para la vinculación caminera5. Siguiendo la misma lógica extractivista, el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), en el marco del «Nuevo Modelo Económico Social, Comunitario y Productivo» y la «Agenda Patriótica 2025», decidió impulsar el «desarrollo económico, social y productivo» de una región que ha sido relegada por «los gobiernos de turno» (Memoria EASBA, 2017). Para ello, se impulsó la concreción de lo propuesto por CORDEPAZ, además de algún otro proyecto relativo a explotación gasífera6 y la ampliación de la frontera minera.

Lo expuesto es un breve repaso del proceso de toma del Norte Amazónico y del extenso territorio habitado por el pueblo Tacana y otros pueblos, el objetivo de este sucinto recuento es el de situar y evidenciar el proceso de toma y arrinconamiento al que han sido sometidos los habitantes de esta región, en un proceso sistemático de usurpación y la implantación de una serie de proyectos de desarrollo extractivista que han ignorado a sus habitantes originales y más aún a las mujeres.

Mujeres y memorias fragmentadas 

Sin duda, el territorio ancestral del pueblo Tacana fue amplio. Metraux menciona que se habrían clasificado como «tribus tacanas» a varios pueblos que habitaban en un «territorio continuo» ubicado entre los ríos Tahuamanu, Abuná, Acre, Madre de Dios, Tambopata, Heath, Beni y sus tributarios, particularmente los ríos Madidi y Tuichi (Metraux citado por Lehm, 2016).

Como hemos establecido, las continuas incursiones (tomas) realizadas, en muchos caso han exterminado pueblos enteros y han fragmentado y reorganizado todo el Norte amazónico. 

“Es desde ese territorio fragmentado que recogemos la memoria también fragmentada de las mujeres, hablamos de la memoria en contraposción a la historia, los registros históricos oficiales tienen un género: el masculino.”

El breve repaso realizado en el punto anterior deja ver que todos los registros históricos han sido realizados por hombres, puntualizamos este hecho, porque recientemente se han publicado dos libros sobre la historia del pueblo Tacana, realizados en coordinación con el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA)7, estas publicaciones no se encuentran disponibles en la comunidad de Tumupasa y no son conocidas por las mujeres. 

Nos interesa entonces visibilizar la historia desde los fragmentos (pedazos o partes) que quedan en la memoria de las mujeres y evidencian las muchas historias paralelas a la historia oficial. En ese marco y siguiendo a Rita Segato, afirmamos que no se trata solamente de insertar el tema de género en las agendas de discusión sobre la colonialidad y sus efectos, sino de discutir las violencias de dicha colonialidad con raíces patriarcales y racistas como constitutivas de la dominación, sobre los cuerpos de mujeres y sobre cuerpos feminizados, en este caso los territorios (Segato, 2011). Dominación que se consolida a través del control y la explotación que sigue la estructura binaria de pensamiento que polariza entre lo masculino / femenino siendo la segunda categoría infravalorada (Carvajal, 2016).

Una forma de mirar las violencias históricas y estructurales generadas por las políticas de opresión y despojo, es desde el análisis del cuerpo en tanto territorio, para ello el Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo plantea un acercamiento en dos niveles: un primer nivel es el primer territorio, el «cuerpo» y un segundo nivel es el territorio físico e histórico: la tierra (Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo, 2017). 

Entonces, el presente texto se teje desde esas dos hebras: la memoria-territorios fragmentados y la mirada situada desde la corporalidad y la territorialidad. Con la finalidad práctica de organizar la trama, nos enfocamos en tres ejes que han sido recurrentes en las conversaciones sostenidas: los cambios sufridos en la forma de vida y la gestión del territorio en un aproximado de las últimas seis décadas; la relación del cuerpo-territorio desde el habitar y el sentir; y, por último, reflexiones sobre la vena patriarcal heredada del colonialismo que persiste en un entramado que se debate entre lo que se define como tradicional y las nuevas formas de ver y luchar de las mujeres.

El tránsito del chaco y el monte a las tiendas del pueblo

Si bien, para principios de 1900 el territorio ya había sido muy intervenido y transformado, las diversas olas migratorias propiciadas por políticas económicas desde la década del 508, aceleraron una serie de transformaciones en el territorio y la comunidad como la deforestación, la consolidación de una gran mancha urbana, la pérdida de fuentes de agua y el cambio de ubicación de varios predios destinado a la producción agrícola, los denominados “chacos”9.

[…] yo me acuerdo que en el chaco se sembraba de todo: yuca, plátano, arroz, zapallo, walusa, todo siempre. Por eso toda la gente tenía para comer, antes no robaban porque todos tenían, todos sembraban y era prohibido robar. Habiendo tanta tierra uno criaba los chanchos, los patos, no teníamos necesidad de comprar, del chancho salía la manteca y todo. […] en el chaco todo tenía, yuca, mis limas, naranja, toronja, ahí arto achachairú para chupar, chocolate lindo, grande. (Comunicación personal, 30 de julio de 2022).

Entonces la reproducción de la unidad familiar y comunal se basaba en el manejo del chaco y el bosque.  Los chacos eran la principal fuente de abastecimiento de productos alimenticios y por lo mismo el centro del trabajo comunal y familiar, que tenía un continuum con el manejo del bosque para el abastecimiento de carne de monte, la recolección de diversos frutos y plantas medicinales:

Saben estar trabajando en chaqueo y sin comer, no quieren comer algo porque no hay carne,  “mañana vamos a ir a cazar mamita” saben decir mis hermanos, harto carne. Nosotros ahí con mono, pescado, cerca era, pero ahora ya no, toda la motosierra todo lo ha quitado (Comunicación personal, 30 de julio de 2022). […] Ha llegado la viruela loca, con hojas de guineo nos frotaban para que no se pegue a la ropa, para la fiebre… muchos morían, con pura plantas nos hemos curado, para la tos también el aceite de caimán es bueno (Comunicación personal, 26 de julio de 2022).

Este tipo de economía permitía a las poblaciones sobrevivir con cierta autonomía frente al incipiente mercado que ya estaba presente en la región, con las primeras tiendas10 puestas por la población colona, las mujeres recuerden que en su infancia no era necesario recurrir a la compra de productos: 

Antes no necesitábamos comprar nada, todo fresquito teníamos, querías carne se iba a cazar marimono, tropero, pescado lindo había, plátano, maíz, todo teníamos. La chancaca era nuestro azúcar, no como ahora que todo hay que comprar. (Comunicación personal, 30 de julio de 2022).

Esa autonomía en la reproducción de la vida y la gestión de los recursos naturales entró en un proceso de transición por la presencia – cada vez mayor – de la población migrante asentada en la zona. Usamos el concepto de tránsito en referencia a la interacción en la que se desenvuelven las mujeres entre la producción de sus chacos y el abastecimiento de otros productos y elementos traídos por las tiendas.

Casi nada comprábamos, poquitas cosas, me acuerdo que una vez he comprado pan, que rico pan, nunca más he comido como ese pan, ahora es harina cruda no más. Fideo sé comprar, cebolla cuando faltaba, para plata era la tienda (Comunicación personal, 30 de julio de 2022). […] Antes sí se comía saludable, o sea no comprábamos casi nada porque teníamos ahí. Hacíamos por ejemplo chankaka, carneaba chancho, guardaba manteca, o sino de los mismos animales él nos hacía sacar la grasa y ya estaba, hacíamos eso, entonces tampoco ya hay harto animal para cazar, digamos, ¿no? Y ya va a cambiar, ahora tenemos que estar comprando de la tienda muchas cosas (Comunicación personal, 12 de agosto de 2022).

“En la actualidad las mujeres consideran que más del 70% de su despensa depende de las tiendas y las ferias, se reprochan que ya no cultivan, pero por otro lado, identifican una serie de limitaciones y dificultades a la hora de hacer chaco.”
Por ejemplo, las distancias más largas entre la zona de producción y sus viviendas, la edad11, sequías más frecuentes y prolongadas y la falta de ayuda de otros miembros de la familia. Algo similar ocurre con el abastecimiento de carne de monte, que ahora se debe comprar

La carne más que todo escasea, ya uno tiene que comprarlo, muy caro es para poder comer un pedazo de mono, de jochi… A veces uno quiere comer una petita y te venden a un precio sumamente alto. Es un lujo comer una peta ahora, un mono asado. (Comunicación personal, 13 de agosto de 2022).

En un poco más de medio siglo, la vida de las mujeres ha sufrido un cambio profundo, en lo relacionado a su forma de socialización con el territorio, que supone la erosión de una serie de conocimientos sobre medicina, alimentación y manejo de los recursos naturales, que garantizaban la reproducción de sus familias y comunidad, insertándose en una economía monetizada, lo que las lleva a depender del salario del varón12 o de la generación de emprendimientos propios, como la venta de comida, artesanía y otras actividades. Por ello mismo, el chaco se ha convertido en una actividad complementaria

“Nos ayudamos siempre con la agricultura, ¿no?, la siembra de arroz, de maíz, de plátano, de yuca. Cuando se puede sacar se lleva a Rurrenavaque, pero la mayoría es para consumo. Todo es, como nosotros decimos, para uso familiar, ¿no? Y bueno, todo es acá, consumimos lo que se produce acá, lo que sembramos, eso es lo que producimos y lo que consumimos”. (Comunicación personal, 12 de agosto de 2022).

Bueno, me sostengo por mi trabajo porque… bueno no he adquirido una profesión y sólo con eso, con ayuda del chaco, con eso ya me apoyo, porque ahí trabajamos, del chaco sacamos por lo menos el arroz, el maíz, las otras cosas básicas, el plátano para el consumo y con eso no más ya nos mantenemos. (Comunicación personal, 12 de agosto de 2022).

Las mujeres identifican una diferencia entre vivir en el centro poblado de Tumupasa y vivir en alguna de las comunidades rurales, en el primero las exigencias de económicas son mayores, en tanto que en las comunidades “se puede ahorrar” y el manejo del chaco y el bosque son mayores. Se reconoce también que un gasto fuerte para las familias es la educación y la salud, precisamente por eso, existe cada vez una mayor dependencia de ingresos económicos remunerados, llevando a las mujeres a sobrevivir a través de la pluriactividad, donde no existe una separación clara entre el trabajo productivo y el trabajo del cuidado, pero además donde es necesario combinar el trabajo precario e informal con el trabajo reproductivo para garantizar la sobrevivencia familiar.  

 
Habitando un territorio entre el dolor y la pena

El territorio de las mujeres es un continuum que va de la cocina al chaco, del chaco al monte, y del monte a los ríos, donde se desarrollaban un entramado de relaciones sociales, culturales, políticas, afectivas, de cuidado y reproducción de la vida. 

Actividades que dependen del cuerpo de las mujeres. Cuando se habla del cuerpo lo primero que se empieza a narrar son los dolores que ese cuerpo concreto sufre, junto al compartir de los dolores, se comparten también una serie de recetas que pueden solucionar o coadyuvar en la solución de esos malestares, normalmente se refieren a medicina tradicional que viene del conocimiento de una serie de plantas, partes de animales o arcillas existentes en la zona, que se entremezclan en muchos casos con productos nuevos e incluso algunos medicamentos que se adquieren en las farmacias.

Un segundo momento, al hablar de los dolores se refiere a la narrativa de la causa del dolor, narrativa que normalemente entremezcla quejas, reclamos, problemas familiares y anécdotas, en este momento se producen una serie de consejos y recomendaciones, es un tiempo de contención y acompañamiento. La mayoría de los dolores identificados provienen de las actividades vinculadas en gran medida a las tareas de cuidado, las labores productivas y la edad. A estos, se suman dolores atribuidos a la «mala vida», término que hace referencia a una alimentación inadecuada y al proceso de envejecimiento

Me duele la cintura y la espalda, estoy cansada… hemos ido al chaco a traer papaya. La papaya ahí mismo en el árbol se está pudriendo, por eso hemos ido a traer para hacer mermelada, tres horas caminando, a las cinco de la mañana hemos salido y todo el día caminando y en la noche a cocinar, más bien estoy vendiendo (Comunicación personal, 23 de julio de 2022).

El progresivo despojo y pérdida de los bienes comunes genera también una sensación de desasosiego y culpa. Es recurrente que las mujeres mencionen la tristeza y la pena que les significa el despojo del territorio, la pena es un “sentimiento de tristeza y ternura producido por el padecimiento de alguien13”, la pena, en ese sentido se refiere a reconocer el dolor del otro que es en definitiva un igual. Por lo tanto, no se trata solamente de evidenciar la pérdida de un recurso, sino más bien de evidenciar la perdida de la relación entre ese recurso – el territorio – y las mujeres: 

Ya no hay agua en el arroyo, antes bien bonito era, había siempre agua y peces, no había el aserradero. Como se han cortado los árboles, el agüita se ha ido, dan ganas de llorar, pero es nuestra culpa también. […] Antes del aserrado bien bonito era el arroyo, jugamos con mis hermanos, yo era feliz con mi mamá, era lindo, ahora da pena mirar, ya no hay nada (Comunicación personal, 18 de julio de 2022).

“De hecho para la mayoría de las mujeres el recuerdo del momento más feliz en sus vidas, las lleva a la infancia, la abundancia y los juegos en el río que atraviesa el pueblo. “

La tristeza y la pena se manifiestan también en su relación con el bosque:

“Hacíamos chaco también, pero cuidábamos los árboles, el majillo, el asaí, se cuidaba, igual cuando íbamos a cazar para comer al día no más matábamos. No pues, ahora sacan madera y todo matan y venden, no pues, así no puede ser, muy dañina la gente es. (Comunicación personal, 30 de julio de 2022).

Las palabras de las mujeres describen una lógica de cuidado que va más allá de la definición clásica del cuidado familiar y comunal.

¿Cómo será no? Antes me contaba mi abuela que había así, como duendecillos, podemos decir… ellos te castigaban si hacías daño: “no hay que ser dañino” me decía, pero ahora, metes no más sierra y no pasa nada, tal vez por eso nos enfermamos, ¿Cómo será? Para pensar es… […] Antes había pues, ¿cómo te puedo decir? Así como un espíritu, qué vas a entrar así no más al monte… tenías que pedir permiso, con respeto… Mi cuñado una vez había matado mono, todito había matado, hasta wawitas, grave se ha enfermado, su costado no más le dolía, con nada se curaba, el curandero de Ixiamas hemos traído, gravé le han reñido, ese encanto le había castigado, no es pues matar no más, cómo lo va acabar. (Comunicación personal, 13 de agosto de 2022)

Esta lógica abarca los cuidados de interdependencia con los ciclos de reproducción de la naturaleza (Cielo y López 2017). La ruptura de este cuidado interdependiente da paso a una serie de incertidumbres.

Ahora de todo nos enfermamos, eso también del Covid que dicen. Todo aparece, debe ser porque tanto daño hacemos, la tierra ya está cansada, eso pienso, ¿por qué siempre tantas cosas aparecen? La tierra debe estar cansada. (Comunicación personal, 12 de agosto de 2022).

Los cambios experimentados por las mujeres en sus cuerpos y territorios han sido radicales y han determinado su forma de vida actual. Estos cambios se refieren tanto a las actividades y forma de sobrevievencia cotidiana en lo referente a las tareas de cuidado y la reproducción de la unidad familiar como al cuidado extendido al bosque y sus medios de vida, donde las mujeres no solamente han perdido el control en formas de cuidado extendidas, sino además se ven impotentes de generar cambios ante las transformaciones que han sido impulsadas por un despojo colonial sostenido a lo largo de los años por los gobiernos de turno, que promueven una economía extractiva en nombre del desarrollo, volviendo así a las mujeres en dependientes de la creciente oferta del mercado y por lo tanto del salario.

Es evidente también que la ruptura del sustento colectivo a través del bosque, así como la perdida de fuentes de agua por la acelerada urbanización significa a corto plazo la creación de nuevos conflictos por el acceso a recursos. Si en el pasado el cuidado interdependiente con las comunidades no humanas, es decir el bosque constituian la base de la vida y reproducción comunal, donde el cuerpo mismo de las mujeres era protagonista, con las transformaciones mencionadas se ha generado fragmentaciones en sus conocimientos y relación con el bosque lo que las deja en una situación de mayor vulnerabilidad ante la continúa toma del territorio.

Subvirtiendo la herencia patriarcal 

La materizalización de la colonización se evidencia en la toma del territorio y por lo mismo en la dominación del cuerpo-territorio de las mujeres, lo que se concreta en la repreducción de una serie de desventajas que las mujeres deben enfrentar, más aúnlas mujeres indígenas  (Cabnal, 2010; Dorronsoro, 2010). Ahora bien, estas desventajas provienen tanto del exterior como también de los códigos culturales asumidos en sus propias comunidades como resultado de los violentos procesos de colonización y cristanización. 

Como plantea la feminista antirracista y decolonial Ochy Curiel, muchos de los usos y costumbres tradicionales, así como la definición de los roles de género basados en la división sexual del trabajo, mantienen en subordinación a las mujeres ya que reproducen los estereotipos del sujeto mujer traída por la colonia (Curiel citado en Dorronsoro, 2010). Hasta el día de hoy, por ejemplo, en los pueblos indígenas y campesinos de la zona andina se excluye a las mujeres del derecho a la herencia de la tierra, en tanto que en la Amazonía, se otorga a las mujeres zonas degradadas o marginales y las que acceden a tierra a través de la asignación comunal carecen de las condiciones materiales reales para el laboreo agrícola (Fundación TIERRA, 2021). 

Las mujeres son conscientes de esta realidad, en sus memorias se registran todas las formas de violencia sufridas en su familias y comunidades. Es recurrente oírlos decir «la mujer no valía para nada” o “qué pues vamos a poder decir nada”. Esas afirmaciones tienen que ver con la violencia doméstica ejercida principalmente por sus parejas y padres, ellas afirman que en el pasado los hombres podían golpearlas y que “nadie se tenía que meter” porque “era su derecho”, en otras palabras, el hombre tenía todo el poder sobre las mujeres 

 Mi papá era bien malo, hemos vendido chanchos y nos hemos escapado con mi mamá, mis abuelos no nos querían, nos hemos venido a Tumupasa con mi mamá, yo tendría 10 años (Comunicación personal, 13 de agosto de 2022). […] En mi casa harto he sufrido, yo me he callado, era una sonsa más antes, podía estar pegándome ahí y yo no decía nada. La verdad es que me he dejado harto (Comunicación personal, 10 de agosto de 2022).

Por su longevidad estas mujeres pueden identificar los cambios por los que ellas han transitado en un aproximado de 5 décadas, en base a ese recorrido afirman que “los tiempos han cambiado mucho” y que ahora las mujeres tienen derechos, esa afirmación hace referencia a la Ley 348 “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia” y que si bien son plenamente conscientes de que la ley no garantiza del todo sus derechos y que no siempre se cumple, ya es un avance importante, tanto así que ha generado una suerte de sororidad entre ellas

Hasta la chica que tengo ahora, mi nuera, yo le digo así: “no te dejes”. Halla el modo posible de pelar con el hombre” (Comunicación personal, 26 de julio de 2022).

El reconocimiento de sus derechos va más allá del ámbito familiar 

Toda mujer, también las mujeres indígenas, tienen el mismo derecho que todas, tienen derecho al trabajo, a ser respetadas, a ejercer un cargo, tienen derecho también a tener la libre expresión, tienen derecho a contar con un terreno, con una tierra propia… o sea, igual que los varones” (Comunicación personal, 3 de agosto de 2022).

En el proceso de lucha por los derechos de las mujeres, es necesario mencionar un hito importante como es la fundación del Club de Madres de Tumupasa 

El Club de Madres Tumupasa, fundada en el año 1990 en una gran asamblea de la comunidad de Tumupasa, fue creada con la necesidad de trabajar por las mujeres, además de formar parte del liderazgo de nuestras comunidades, nuestro Club de Madres viene trabajando con el objetivo de apoyar el fortalecimiento del CIMTA, revalorización de saberes ancestrales, (artesanía, medicina tradicional, lengua originaria, agricultura, gastronomía y cultura, inclusión en la participación en distintas actividades comunales y cargos a las mujeres tacanas. (Comunicación personal, 12 de agosto de 2022).

Seis años más tarde, un 14 de marzo de 1996 se funda el Consejo Indígena de Mujeres Tacana (CIMTA), entidad que agrupa a representantes de las 22 comunidades tacanas asentadas en las poblaciones de Tumupasa e Ixiamas. El objetivo con el que se funda el CIMTA es el siguiente: 

«Mejorar la calidad de vida de las mujeres y sus familias, promoviendo la participación y toma de decisiones activa, solidaria y coherente, con apoyo de políticas regionales y estatales que favorezcan el desarrollo integral de las mujeres indígenas, orientada al crecimiento, empoderamiento, desarrollo y preservación ambiental integral, a nivel comunal, TCO/TIOC, Municipal y departamental» (Acta de fundación CIMTA).

Tanto la creación del Club de Madres, como la fundación del Consejo Indígena de Mujeres Tacana (CIMTA) marca un momento importante para las mujeres Tacana y para las mujeres de otras naciones indígenas, puesto que se constituye en una de las primeras organizaciones indígenas de mujeres, de hecho, la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB) de la que en la actualidad es parte el CIMTA fue fundado 11 años más tarde. 

No, no ha sido fácil. Hemos organizado sin saber realmente qué rumbo vamos a tomar, ¿no? Hemos empezado de a poquito y las señoras iban participando. Toda institución cuesta formarla, consolidarla; ha sido bien complicado. Pero creo que lo más importante es que la organización se ha mantenido y sigue y va a seguir funcionando. (Comunicación personal, 3 de agosto de 2022).

En la actualidad ambas organizaciones cuentan con estatutos y estructura organizativa, el Art. 1 del acta de constitución del Club de Madres “reconoce al Consejo Indígena de Mujeres Tacanas CIMTA como su organización matriz, en coordinación con la secretaria de Turismo y Cultura”. En otras palabras ambas organizaciones actúan juntas14.

Desde los testimonios de las mujeres, el impulso a la creación de ambas instituciones ha sido independiente y es el resultado de la reflexión y la certeza de que eran sistemáticamente excluidas de los procesos deliberativos y por lo mismo no eran escuchadas. 

Cuando yo estaba como dirigenta, se ha trabajado para hacer conocer sus derechos y hacer que participen y puedan ser ellas las que tomen sus decisiones y también lanzarse a ocupar un cargo. Hemos hecho conocer, sobre todo, que no es solo el hombre el que puede tomar decisiones y ocupar cargos. (Comunicación personal, 3 de agosto de 2022).

“Las mujeres consideran que en los espacios orgánicos mixtos o liderados por hombres, “las mujeres son menos” y no son tomadas en cuenta, enfrentando así una serie de asimetrías en el acceso a representación y a la concreción de sus demandas.”

Nuestra organización mayor es el CIPTA15, nos debemos al CIPTA pero, ¿qué ha hecho pues el CIPTA para las mujeres?… Nada. Para cocinar en la fiesta, para mostrar artesanía, para eso nos llaman. ¿Cuándo pues una mujer va a ser presidenta del CIPTA? (Comunicación personal, 5 de agosto de 2022).

Si bien, la participación de las mujeres indígenas en espacios de representación orgánica ha ido creciendo, en las organizaciones indígenas mixtas, rigen jerarquías patriarcales, por ejemplo, en el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ16), organización mixta que se basa en el principio de la dualidad, por lo tanto las autoridades asumen la función de representación en pareja, lo que se denomina como “Chacha – Warmi” (Varón – Mujer), las mujeres miembros del CONAMAQ afirmaron que persistía el machismo al interior de la organización puesto que las mujeres participaban plenamente en los espacios simbólicos, pero no así en los espacios de decisión (López, 2021). Por ello, los espacios creados por mujeres y para mujeres cuestionan esas formas de opresión y se constituyen en espacios politizados (Ulloa, 2021) que interpelan no solamente la violencia cotidiana sino también la violencia estructural.

Estas reflexiones son en gran medida fruto del trabajo de oenegés y de la implementación de las políticas de género de organismos internacionales aplicadas por el Estado. Las mismas han ido asumidas por las mujeres desde la reflexión de sus propias vivencias, por ello, la formación y consolidación de organizaciones de mujeres, como en el caso del CIMTA, representan una expresión contundente de la politización de lo cotidiano. Estas organizaciones complejizan los escenarios de acción al incluir nuevos tópicos de discusión, tales como el racismo, el patriarcado y el cuidado.

Entonces ahí yo me acuerdo ese taller han participado 20 varones y 20 mujeres, algo así, y nos hemos hecho notar, no me acuerdo cuál era el ejercicio que hemos hecho porque… ah, hemos hecho el reloj, ya entonces ahí los varones hacían su lista de actividades desde que se levanta hasta que se duerme, y las mujeres igual hacíamos lo que hacen desde que se levantan hasta que se duermen. Uy, llegó el chorizo de las actividades de la mujer, y de los varones en el mayor de los casos eran 5 cosas anotadas, frente a la cantidad de actividades que la mujer realiza, y por qué dice que la mujer no trabaja o no se valora o no hace nada. Lo único de la diferencia es que la mujer está en la casa pero no retribuye, no es retribuida económicamente y que hace diferentes cosas, entonces ahí ya ha habido un despertar que realmente la mujer hace mucho, es más que el hombre y menos valorada (Comunicación personal, 3 de agosto de 2022). […] Yo creo que vamos a mejorar. Tanto hemos luchado, vamos a seguir pues. Ya va a salir la personería jurídica del CIMTA; con eso vamos a poder conseguir apoyos, vamos a canalizar fondos. (Comunicación personal, 10 de agosto de 2022).

La apuesta a la organización cuestiona además la interpelación a las divisiones político-partidarias en las que se han visto envueltas las organizaciones indígenas por el proceso de cooptación y clientelismo promovido por el gobierno del Movimiento al Socialismo en la última década.

Es necesario fortalecer la organización. Ahí es importante que la organización camine bien: el CIPTA, el CIMTA, la CPILAP17. Ellos tienen que ser la cara de trabajo, un solo bloque. Ahí tenemos que exigir. (Comunicación personal, 9 de agosto de 2022).

En ese sentido, no se busca la actuación independiente del bloque de mujeres, sino más bien la coordinación y acción conjunta de todas las entidades matrices, buscando el bien estar colectivo de toda la población.

La re–existencia en un territorio tomado

Astrid Ulloa analiza los efectos del extractivismo en los territorios y en los modos de vida de las poblaciones locales, en su análisis concluye que las respuestas y propuestas de movimientos liderados por mujeres son propuestas centradas en la defensa de la vida, el cuerpo, el territorio y la naturaleza; y en la crítica a los procesos de desarrollo capitalista y extractivista (Ulloa, 2016).

Se trata entonces de enfrentar la crisis desde la precariedad instalada (Herrera 2020); en nuestras palabras, es aprender a vivir en un territorio tomado. No se trata solamente de resistir, como hemos constatado a lo largo del relato. El tipo de despojo institucionalizado ha llevado a las mujeres a generar formas permanentes de recrear la vida, lo que el geógrafo brasileño Carlos Walter Porto Gonçalves denomina «re-existencia».

La resistencia supone un proceso de acción y reacción ante un hecho pasado, es un acto reflejo. En contraste, la re-existencia se refiere a esas otras formas de vivir que se construyen desde miradas y hechos situados (Gonçalves, 2002)

Sigo sembrando, sosteniéndome, haciéndome chaco, aunque no es grande, pero da para comer, para el consumo (Comunicación personal, 10 de agosto de 2022). […] Una alternativa sostenible que se puede dar justamente, pero no hay mucho interés, es el turismo. Tenemos naturaleza tan importante justo en nuestra región, pero no todos somos igual; mira, tenemos el jardín botánico para estudiar nuestras especies y saber qué tenemos, pero que ha sido afectado por explotadores de madera, eso desanima, ¿no? (Comunicación personal, 21 de julio de 2022).

Lo expuesto se refleja en la misión con la que se creó el CIMTA hace más de 25 años:

  1. Luchar por defender los derechos de la mujer, para hacernos respetar y escuchar. 
  2. Trabajar junto con nuestra organización matriz para mejorar la situación de vida en nuestra familia y en la comunidad (educación, salud y situación económica). 
  3. Promover la organización de las mujeres Tacanas, en cada comunidad y apoyarlas para trabajar unidas y poder solucionar problemas (Acta de Fundación).

Estos postulados reflejan sus apuestas concretas ante el abandono sistemático de los gobiernos de turno y las agendas macroeconómicas de desarrollo. 

Que yo me acuerde… nada ha hecho el gobierno, no, no hay una obra que haya hecho el gobierno así directamente como gobierno que haya venido a hacer, no hay. Porque esas obras que han sido gestión del pueblo con alguna institución porque necesitaba, por ejemplo el colegio es fruto de la lucha del pueblo para sacar regalías a las empresas, eso es. No es el gobierno (Comunicación personal, 23 de julio 2023).

Las tareas asumidas por el CIMTA desde su creación han respondido a estas inquietudes y se han centrado en las preocupaciones concretas de las mujeres. Así, luego de su fundación a finales de la década de 1990, se inició con un proyecto de recuperación de los saberes sobre diversos tipos de tejido tradicional:

El primer proyecto que hicimos era para recuperar el tejido. Las mayores han enseñado a tejer a las más chicas; bonito era. Me acuerdo de cómo han aprendido a hilar, teñir y tejer… hasta niños había. (Rosita, comunicación personal, 4 de agosto de 2022).

A lo largo de los años, las hermanas han impulsado proyectos de cocinas solares, transformación de productos (por ejemplo, elaboración de mermeladas y dulces con frutos de temporada), bisutería con materiales biodegradables, mejoramiento de cocinas de tierra, huertos hortícolas familiares, además de talleres de autocuidado, liderazgo y género, talleres en los que se ha incluido a mujeres jóvenes. Para concretar sus iniciativas, las mujeres establecen alianzas con organizaciones no gubernamentales, fundaciones y diversas agencias de cooperación en microfinanciamientos18. Es importante destacar que estas alianzas evidencian la cohesión orgánica y la capacidad de gestión adquiridas. La apuesta por microproyectos concretos, vinculados a las tareas del cuidado pero que también responden a problemas macro como el cambio climático y la carencia de alternativas económicas, es una forma de generar comunidades que actúan ante la crisis ecosocial actual (Herrera, 2020).

Es cierto, sin embargo, que las iniciativas desarrolladas son un continuum entre el trabajo de cuidado y lo productivo, una forma de re-existir al margen de la atención del Estado. La capacidad de desarrollar nuevas estrategias para generar ingresos, que combinan las tareas de cuidado con la generación de ingresos económicos, es parte de la politización de la vida y lo cotidiano. Esta apuesta, sin embargo, no está exenta de incertidumbres:

Si nos invaden todos esos (los colonizadores), ¿qué podemos hacer? Es una pregunta que tenemos que responder todos. Al menos yo escuché decir que quieren que la TCO19 se deshaga, que los reparta, y ¿qué vamos a hacer nosotros que estamos acostumbrados a esta vida? En vano va a ser la lucha (Comunicación personal, 30 de julio de 2022). […] No podemos permitir que lleguen los mineros, porque los mineros quitan la tierra, nuestra agua se contaminada y nuestra tierra no podemos cultivar, eso nos puede suceder a nosotros, ¿no?, si esos mineros llegan, contaminan en agua, los peces se mueren, no hay ni agua para tomar, para cocinar, mucho peor para hacer riegos a las plantas (Comunicación personal, 05 de agosto de 2022). […] Y los problemas… sí hay, pues, porque hay mucho problema, especialmente hablando de la comunidad, el tema de la desunión, el tema de que ya no obedecen a la autoridad y ya somos muy impuntuales y estamos muchos trabajando, todos por su lado sin organizarse, o sino unos no más se benefician de un determinado proyecto… y si algún proyecto viene no termina, sólo empieza y lo deja así, entonces es pérdida de tiempo (Comunicación personal, 06 de agosto de 2022).

La reflexión conjunta nos enfrenta a una dicotomía entre la incertidumbre y la apuesta por la reproducción de la vida, donde, como ellas afirman «por los hijos hay que seguir no más». En este contexto, situar la reproducción de la vida en el centro de la re-existencia cotidiana, vinculándola a algo tan vital como la permanencia en el territorio, constituye, en sí misma, una forma sostenible de generar alternativas al modelo de desarrollo hegemónico. Esta práctica representa, ante todo, una acción colectiva de producción del bien estar colectivo.

Nosotras queremos vivir bien, vivir tranquilo, en paz, tener para comer, que viva bien con los vecinos, con la familia, que viva alegre, feliz… aunque no tenga una casa de lujo, aunque no tenga un auto, no tenga todas las comodidades, pero que tengamos para comer, seguros, como hemos vivido, en nuestra casa, aquí todo por igual. (Comunicación persona, 13 de agosto de 2022).

En ese sentido y a pesar de la incertidumbre y de que la toma del territorio continúa, existe una esperanza activa (Herrero, 2020) en la que las mujeres son las protagonistas de sus propias apuestas, no con ingenuidad, sino con la convicción de que no se puede dejar luchar, asumiendo la responsabilidad de lo cotidiano sin ignorar el dolor, el miedo y la incertidumbre, recreando y reaprendiendo a vivir en un territorio en el que aparentemente el despojo es infinito.

El año 2006 se creó e instaló en territorio Tacana la Empresa Azucarera San Buenaventura (EASBA), sus instalaciones afectan directamente a tres comunidades tacana, toda la construcción y puesta en funcionamiento de EASBA fue realizado sin un proceso de Consulta Libre y Previamente Informado, estas instalaciones no solamente han vuelto a tomar tierras de los Tacana y han afectado áreas de bosque, sino que la toma de estos predios ha vuelto a arrinconar a las mujeres y sus familiar obligándolos a vivir en los márgenes de la empresa, con una serie de límites impuestos para seguridad de la empresa, con una creciente contaminación ambiental, problemas orgánicos y una incertidumbre profunda ante su futuro. Sin duda, esta es y será otra historia para narrar. 

“Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo. –¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? –le pregunté inútilmente. –No, nada. Estábamos con lo puesto”.

Julio Cortázar
La casa tomada

“Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo. –¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? –le pregunté inútilmente. –No, nada. Estábamos con lo puesto”.

Julio Cortázar
La casa tomada

Bibliografía

Dorronsoro, Begoña 2013, «El territorio cuerpo-tierra como espacio-tiempo de resistencias y luchas en las mujeres indígenas y originarias», Cabo dos Trabalhos (Coimbra), N° 10, 2014, pp. 1-10.

Cabnal, Lorena 2010, «Acercamiento a la construcción de la propuesta de pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala» en Feminismos diversos: el feminismo comunitario (Madrid: Acsur Las Segovias).

Cielo, Cristina y López, Elizabeth 2017, «El agua, el cuidado y lo comunitario en la Amazonía boliviana y ecuatoriana» en Experiencias y vínculos cooperativos en el sostenimiento de la vida en América Latina y el sur de Europa (Madrid: Traficantes de Sueños), pp. 75-96.

Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo 2017, Mapeando el cuerpo-territorio. Guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios (Quito: Ecuador).

Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo 2018, «(Re)patriarcalización de los territorios. La lucha de las mujeres y los megaproyectos extractivos», Ecología Política. Cuadernos de debate internacional.

Empresa Azucarera San Buenaventua. Memoria 2017 http://www.easba.gob.bo/informacion_institucional/memoria/EASBA%20MEMORIA%202017.pdf

Fundación TIERRA 2021, Guía de género en defensa de los derechos territoriales. Cuadernos para empoderamiento rural (La Paz: Fundación TIERRA).

Herrero, Yayo 2020, «Ausencia de responsabilidad y extravío de la esperanza», ctxt.es | Contexto y Acción. Versión digital: https://ctxt.es/es/20210801/Firmas/36967/shelley-frankenstein-responsabilidad-esperanza-yayo-herrero.htm (Acceso última vez: 17/10/2022).

Lehm, Zulema 2016, Sistematización de la Zonificación de la TCO TACANA I. Versión digital: https://conservationcorridor.org/cpb/Lehm_2016.pdf

Lehm, Zulema 2018, «2016 Lehm Sistematización de la reglamentación del acceso y uso de los recursos naturales en la TCO Tacana I». Versión digital: https://www.academia.edu/36682885/2016_Lehm_Sistematizaci%C3%B3n_de_la_reglamentaci%C3%B3n_del_acceso_y_uso_de_los_recursos_naturales_en_la_TCO_Tacana_I (Acceso última vez: 17/10/2022).

López, E. (2021, enero). Entre la alternancia y la paridad. Acoso político a mujeres indígenas. Tejedoras, 2, 165–176.

Porto-Gonçalves, Carlos Walter (2002) “Da geografia ás geo-grafías: um mundo em busca de novas territorialidades” en Ceceña, A. E. y Sader, E. (Coord.) La guerra infinita. Hegemonía y terror mundial, Buenos Aires, CLACSO.

Perrier Bruslé, Laetitia y Gozálvez, Bertha (Editores) (2014) El Norte La Paz en la encrucijada de la integración Juegos de actores y de escala en un margen boliviano IDH / DIPGIS / UMSA I IRD. https://horizon.documentation.ird.fr/exl-doc/pleins_textes/divers20-06/010063341.pdf 

Rodríguez, Ana Lia 2020, Guía metodológica de la práctica del auto socio cuidado comunitario como un mecanismo de planificación comunal (Cochabamba: Somos Sur).

SALINAS, Manuel 2020, Informe de diagnóstico Ámbito Ambiental, en el marco de la “Estrategia regional para enfrentar la presencia de actividad minera aurífera ilegal a nivel de los corredores del CEPF en los HOSPOT Andes Tropicales de Bolovia, Colombia, Ecuador y Perú”.  WILDLIFE CONSERVATION SOCIETY

Segato, Rita 2017, «Cinco debates feministas. Temas para una reflexión divergente sobre la violencia contra las mujeres» en La guerra con las mujeres (Argentina: Traficantes de Sueños).

Ulloa, Astrid 2014, «Escenarios de creación, extracción, apropiación y globalización de las naturalezas: emergencia de desigualdades socioambientales en América Latina».

1 Elizabeth López Canelas (activista e investigadora independiente). Con más de 20 años de experiencia en investigación – acción y acompañamiento a procesos de lucha, resistencia e incidencia de poblaciones indígenas en América Latina por la defensa de sus derechos sociales y ambientales, desde el enfoque participativo e intercultural. Ha desarrollado procesos de investigación colaborativa con mujeres indígenas y acompañado espacios de formación y capacitación tanto en centros de formación universitaria como en comunidades y organizaciones indígenas. Cuenta con una diversidad de artículos publicados en el ámbito nacional e internacional. 

2 Los testimonios son el resultado del trabajo de campo realizado en el marco de la beca de la CLACSO “Recuperación con igualdad de género y justicia climática”, bajo el eje temático “El derecho a un hábitat sustentable para (a) la permanencia digna en los territorios y (b) prevenir la migración forzada” 2022. 

3 Las primeras incursiones de sacerdotes católicos se registran en el siglo XVII. 

4 La Revolución de 1952, es un hito importante en la historia de Bolivia. Entre otros temas, propició cambios en la distribución de tierras, con la denominada reforma agraria que tiene una serie de controversias y que estuvo muy focalizada en la situación de las tierras en la zona andina del país. 

5  En tres tramos fundamentales: tramo La Paz – Apolo (1978); tramo Yucumo – Rurrenabaque (1985) y Rurrenabaque – Ixiamas (1987). La apertura de caminos abrió las puertas a la colonización. 

6  A través del D.S 29130, se adjudicaron áreas de interés hidrocarburífero, declarando 242,500 hectáreas dentro del área protegida del Madidi como de interés petrolero. Un año más tarde, la estatal YPFB Petroandina SAM realizó una serie de prospecciones en el denominado bloque Liquimuni. Se retomó el proyecto de la hidroeléctrica del Bala, mediante el DS 29291 del 2007, que declaró el aprovechamiento de la cuenca del río Beni como prioridad nacional. Además de la ampliación de la frontera agrícola y ganadera mediante la Ley 741 del 2015, de la Autoridad de Bosques y Tierra (ABT) que autoriza desmontes de hasta 20 ha con requisitos mínimos.

7 Nos referimos a «Los Tacanas: resultados de la expedición Frobenius a Bolivia entre 1952 y 1954» de Karin Hahn-Hissink y Albert Hann (2021) en el marco del proyecto «mejoramiento de la carretera San Buenaventura – Ixiamas» y «Los Tacana: datos sobre la historia de su civilización» de los mismos autores, impreso el año 2000.

8 Desde la década del 50 se han promovido una serie de olas migratorias hacia la Amazonía Norte, todas ellas promovidas por las políticas de desarrollo de los diversos gobiernos de turno (Gozálvez, 2014). 

9 El “chaco” es la parcela de usufructo familiar dentro el territorio comunal, en el chaco se cultiva una diversidad de productos propios de la región, así como otros que han sido introducidos, tales como arroz, yuca, maíz y una diversidad de árboles frutales. 

10 Pequeños centros comerciales de expendio de una diversidad de productos.

11  Las entrevistadas son mujeres cuyas edades oscilan entre 40 y 60 años. 

12 El trabajo asalariado de los hombres es también precario e informal. Trabajan como personal temporal para los desmontes que sirven para la apertura de caminos, en las asociaciones forestales y otras actividades similares. 

13 La RAE define la pena como un sentimiento de “tristeza, pesadumbre, aflicción, pesar, dolor, amargura”. 

14 En el caso de Bolivia la creación de los primeros Clubes de Madres se remonta a la década del 60, impulsados por las políticas gubernamentales que a su vez recogían las recomendaciones de la Conferencia Mundial de Reforma Agraria y Desarrollo Rural, realizado por la FAO en 1979, en la que se recomendaba fomentar procesos de inclusión y de participación de las mujeres en aspectos sociales, culturales, políticos y económicos en iguales condiciones que los hombres. Se impulsó la creación de clubes de madres, bajo la lógica de dotación de alimento por trabajo, inicialmente se priorizó las zonas rurales andinas y en prácticamente 10 años los clubes de madres estaban presentes en todo el país. 

15 El CIPTA es la Central Indígena del Pueblo Tacana, que se define como la organización matriz y de representación del pueblo Tacana. 

16 Entidad matriz que representa a las naciones indígenas de los andes. 

17 La Central de Pueblos Indígenas de La Paz. 

18 No se ha podido acceder a un detalle de los proyectos. Según información proporcionada por las mujeres, los montos de estos oscilan entre 5,000 y 10,000 dólares. 

19 Se refiere a las denominadas Tierras Comunitarias de Origen (TCO) que según el Instituto de Reforma Agraria en Bolivia son los espacios geográficos done habitan los pueblos y comunidades indígenas y originarias, que mantienen una forma de vida y organización ancestral. 

Descarga nuestra revista
  • Todos
  • Coordenadas
  • Dossier
  • Otros Lenguajes
  • Resonancias

Guillerme Marinho, João Castelo Branco y Rafael Urban | 2011

Más

Fin del Contenido

Con el apoyo de: